Para Monika Sosnowska (Polonia, 1972) distintos aspectos de la realidad política y social pueden leerse a partir de la arquitectura y los objetos cotidianos, mismos que retoma y reconstruye en su práctica para generar instalaciones de sitio específico o esculturas. La artista manda a reproducir dichos elementos tal como son, para luego modificarlos hasta que pierdan su función y se conviertan en piezas que mezclan la realidad con la ficción. De este modo, Sosnowska genera un descon­cierto en el espectador, del que puede desprenderse la pregunta: ¿en qué momento la arquitectura se vuelve una pieza escultórica?

Escalera de incendios es una escultura que responde a la invitación del Museo Tamayo de crear una obra concebida especialmente para su patio central. Para esta pieza, Sosnowska se inspira en las escaleras de incendios de los edificios de Nueva York; sin embargo, la artista despoja a esta escalera de su sentido utilitario para volverla un objeto disfuncional. La artista colaboró un mes con la gente de un taller en México y juntos experimentaron con acero –a partir de un modelo de cartón– para poder alcanzar la plasticidad y la estabilidad de la escul­tura. Durante el proceso se construyó una escalera a la cual no se le cambió la escala o el material original, ni tampoco se buscó destruir la estructura inicial, sino que se moldeó para generar una situación imposible.