2012
26 Ago.2012 - 02 Dic.2012
Artistas
Curaduría
La obra de Pierre Huyghe (Francia, 1962) en el Museo Tamayo da continuidad a investigaciones recurrentes en el cuerpo de trabajo del artista al tiempo que las relaciona con varios acontecimientos coincidentes que el artista ha tenido con México.
Realizado especialmente para el Museo Tamayo, El Día del Ojo es un nuevo proyecto de Pierre Huyghe (Francia, 1962) que involucra la investigación, los viajes y los encuentros fortuitos con México. Para crear esta obra, el artista ubicó fenómenos naturales y manifestaciones culturales que, si bien existen, son invisibles o generalmente no se ven. El título de la exposición se refiere al día designado para la celebración del ojo o, simplemente, para la observación; en el contexto del proyecto de Huyghe, el título también sugiere mirar hacia las dificultades que surgen con el ojo como testigo.
La obra del artista –una piscina habitada por peces ciegos vivos y rocas volcánicas que flotan– se encuentra bajo el piso de madera, justo en las orillas del patio de esculturas del museo. Dentro de ese cuasi natural y cuasi artificial ambiente subterráneo, estas especies conviven por sí solas, sin nada o nadie más que las atestigüe. Este trabajo, que se hace invisible o visible en el museo de acuerdo con los rituales especificados por el artista, fue descubierto recientemente por la apertura del piso... y seguirá así hasta que futuros protocolos, aún indefinidos, establezcan su desaparición. Si está cerrado o abierto, presente o ausente, estamos expuestos a la disociación.
Como parte de este proyecto hay una muestra de artefactos y esculturas, hechos de minerales y seleccionados de las colecciones de este museo y del Museo de Arte Prehispánico, en Oaxaca; ambas instituciones fundadas por el artista Rufino Tamayo. Estos objetos se presentan, a propósito, sin el nombre del autor o fecha de creación para disipar su intencionalidad y época, aunque su colocación está basada en un reloj natural. Su posición en el patio de esculturas está determinada por la luz del sol que irradia a través de los domos del edificio y que se emite en el piso a horas específicas.
Este despliegue de la muestra recuerda la exposición que Huyghe presenció en su primera visita al Museo Tamayo, en 1987. Sin embargo, no es una reconstrucción del montaje que Huyghe atestiguó –y del cual filmó con su propia cámara a otros espectadores hace 25 años. En vez de esto, es un intento de revertir la condición de encuentro: de exhibir algo que está expuesto a algo.
Un componente más en un conjunto múltiple de operaciones que constituyen El Día del Ojo es una publicación de los viajes y los encuentros de Huyghe con México. Sin ser un ensayo visual o cuaderno de viaje, el libro incluye un texto precedido por imágenes de la exposición de 1987 en el Museo Tamayo, extraídas del carrete de la película del artista; fotografías de su expedición a la cueva de Naica en el norte de Chihuahua y otros puntos de interés que fueron descubiertos, desde cuevas hasta archivos y artefactos, en el proceso de creación de este trabajo.
El Día del Ojo de Huyghe –la obra, el montaje y la publicación– pretende expandir o constreñir el sentido del tiempo entre lo que existe en sí mismo y lo que aparece frente al ojo. De este modo, es una invitación a reconsiderar los espacios de interpretación que los recuerdos y el olvido crean como el lugar de lo desconocido. En medio de todo eso, la figura del testigo es observada.