2012
26 Ago.2012 - 10 Feb.2013
Artistas
Curaduría
Examina el giro historiográfico en el arte contemporáneo a través de las obras de artistas que abordan de manera retrospectiva las visiones del futuro de la modernidad. Apela en su planteamiento estructural a la paradoja de la circularidad del tiempo, recurso frecuente del género de la ciencia ficción y se construye sobre algunos de los imaginarios predictivos de la modernidad durante la Guerra Fría. Una selección de obras de la colección del Museo Tamayo Arte Contemporáneo sirvió para contextualizar los imaginarios que abordó la exposición a través de pequeñas exhibiciones a modo de “sala de época” que funcionaron como cápsulas de tiempo, presentando diversas versiones de lo “moderno” que oscilan entre las expresiones pesimistas e impregnadas de angustia de algunas de las formas esculturales de los años cincuenta y principios de los sesenta, hasta las obras óptico-cinéticas de mediados a finales de la década de 1960 y su relación con las concepciones arquitectónicas y tecnológicas específicas del periodo.
Durante las últimas dos décadas la Historia ha cobrado importancia como tema y también como medio en la obra de artistas contemporáneos para quienes los aparatos representativos de los formatos de archivo tales como el cine, el video y la fotografía se convierten en vehículos predominantes para llevar a cabo sus pesquisas historiográficas.
La exposición El mañana ya estuvo aquí aborda el giro historiográfico del arte contemporáneo y proyecta una mirada retrospectiva hacia las visiones pasadas del futuro. El título de la exposición se refiere al recurso de la paradoja de la predestinación, empleado con frecuencia en los relatos de ciencia ficción que tratan de viajes en el tiempo. Dicha paradoja usualmente implica el viaje de un personaje del futuro al pasado, donde a menudo efectúa cambios irreversibles que inciden sobre el futuro y resultan por lo general en la desaparición de dicho personaje del futuro desde donde originalmente viajó. Así, el mañana retorna aquí como una presencia fantasmal del pasado que no está más a nuestro alcance.
Los espectros de la modernidad y sus visiones utópicas del futuro de ciernen sobre esta exposición, construida a partir de alguno de los imaginarios predictivos propios de la cultura de la Guerra Fría, muchos de los cuales intersectan el género de la ciencia ficción y se despliegan ante tres escenarios: la angustia provocada por la posibilidad de aniquilación nuclear; los viajes y la colonización del espacio como tropos significativos de la producción cultural de la época; y la arquitectura como el ámbito visible en el que muchas empresas utópicas del pasado tomaron forma concreta.
Obras de la colección del museo Tamayo sirven para contextualizar los tres imaginarios explorados por la exposición. Estas selecciones de obra de los años cincuenta, sesenta y setenta funcionan como cápsulas de tiempo, a la vez que dialogan con los tres imaginarios de la exposición, pero, sobre todo, presentan distintas versiones de lo moderno.
La noción de potencialidad –del futuro que ha podido se pero que nunca se materializó- es una presencia constante en esta exposición. Las obras transmiten, en ocasiones, un sentido nostálgico de pérdida al enfrentarse al potencial no realizado de las visiones del futuro del siglo XX. Pero de manera más importante, estos artistas, a través de sus obras, abordan la historia como una manera de entender el presenta y construir una visión del futuro al invocar, una vez más, el espectro de la utopía.