2012
29 Nov.2012 - 24 Feb.2013
La XV Bienal de Pintura Rufino Tamayo finaliza su itineraria por varios estados de la República Mexicana con la exposición de los 51 trabajos seleccionados en el Museo Tamayo Arte Contemporáneo. Como se recordará, en diciembre de 2011 la ceremonia de premiación se llevó a cabo en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca debido a la ampliación del Museo Tamayo.
Como parte de un ejercicio crítico, este montaje de la XV Bienal de Pintura propone retomar la discusión que hace décadas apunta hacia la necesidad impostergable de una reestructuración de sus lineamientos. Esta invitación a la reflexión no pretende reiterar el discurso posmoderno del fin del gran arte inscrito en la pérdida de centralidad de la pintura. La propuesta pretende incitar al público a revisar la historia y la vigencia del certamen en tanto estrategia para visibilizar, legitimar, difundir y coleccionar la producción pictórica contemporánea.
Para tal diagnóstico es pertinente reconsiderar los siguientes puntos:
-La vigencia de las bases de la convocatoria en relación con la actualidad de la convención pictórica en que se inscribe.
-El formato expositivo en tanto estrategia de contextualización de la práctica pictórica.
-El certamen como procedimiento para la formación de un patrimonio artístico público.
Resulta relevante preguntarnos si los objetivos iniciales de la Bienal Tamayo deben permanecer como guía de su misión actual: 1) difundir y descentralizar el arte, 2) estimular la producción de los jóvenes pintores y el mercado, 3) formar una colección para el estado de Oaxaca, y 4) rendir homenaje a Tamayo.
En este sentido, la exposición en el Museo Tamayo no sólo da a conocer las obras seleccionadas sino que hace un recuento de las diversas críticas y opiniones que historiadores del arte, curadores y artistas, jurados de la Bienal y otros especialistas han vertido a lo largo de los 30 años de este concurso de pintura.
Una parte de la crítica se centra en que la Bienal Tamayo no permite diagnosticar la heterogeneidad de la pintura contemporánea, ya que las convenciones del certamen no siguen las mutaciones del género pictórico de las últimas dos décadas. De este modo, el anquilosamiento del concurso, según este argumento, se debe a la reiteración de un soporte adherido a una convención de lo pictórico: el cuadro de caballete, la temática y la destreza técnica o virtuosismo.
Por ello, los críticos de la Bienal han indicado la necesidad de la renovación de sus lineamientos para que se evalúe la pintura como un lenguaje contemporáneo en constante transformación; por lo cual la Bienal de Pintura Rufino Tamayo debería cambiar de acuerdo con cada época para atestiguar, analizar y documentar tanto las propuestas tradicionales destacadas como las exploraciones que innovan el campo pictórico.
Las preguntas que se han planteado son: si Tamayo fue un artista que combatió las convenciones artísticas y por lo tanto es reconocido por su espíritu innovador, ¿por qué la Bienal que lleva su nombre se repliega a un formato único? ¿No debería más bien dar lugar a la pluralidad de los abordajes con los que hoy artistas renuevan el género de la pintura?
Otra vertiente de la crítica apunta a que desde la década de los noventa, el mundo del arte se ha "bienalizado" de manera vertiginosa, fenómeno que a su vez acarrea nuevos retos para los museos de arte internacional. En relación con las nuevas fisionomías del mundo del arte, la Bienal Tamayo ha presentado señales de fatiga en sus ediciones recientes por la dificultad que hoy depara el concepto de representación nacional, pero sobre todo, por su parentesco con el salón de pintura decimonónico.
¿Sigue siendo esta Bienal una plataforma efectiva para evaluar y contextualizar el ámbito de lo pictórico en la actualidad acorde con la vocación de un museo de arte contemporáneo internacional?
Finalmente, otras observaciones se centran en que la Bienal Tamayo ha tenido como un ose sus principales objetivos formar una colección de pintura contemporánea para el estado de Oaxaca. Algunos especialistas señalan que este objetivo ha sido alcanzado, por lo que es necesaria una revisión de este patrimonio. Tal diagnóstico permitirá evaluar la eficacia de la Bienal en tanto procedimiento institucional para la formación de colecciones. Es importante subrayar que varios miembros del jurado de la Bienal han puesto en duda este mecanismo, una vez que sus juicios responden a criterios que se aplican en cada edición, sin tener como base la colección a la que se destinan los premios de adquisición.
A este respecto, ¿ha sido la Bienal de Pintura Rufino Tamayo una plataforma fehaciente para coleccionar la producción pictórica contemporánea? ¿Representa la colección los debates más relevantes en materia pictórica de los últimos 30 años en México?
Frente a tales cuestionamientos, la propuesta del Museo Tamayo es que la comunidad artística, las autoridades culturales y el público interesado analice junto con los organizadores de la Bienal cuáles serían los nuevos derroteros de este certamen que Rufino Tamayo creó en un principio para fortalecer la creación artística mediante estímulos que desarrollaran el arte local y la descentralización cultural.