2014
12 Nov.2014 - 22 Feb.2015
Micromegas, es una coproducción del Museo Tamayo Arte Contemporáneo y el Museo Amparo. Esta exposición antológica recorre los últimos quince años de la obra del artista Pablo Vargas Lugo, con la presencia de más de cincuenta piezas.
Micromegas es el nombre del joven habitante de Sirio que protagoniza la novela filosófica del mismo nombre que Voltaire escribió en 1752. Voltaire imagina a Micromegas viajando con un habitante de Saturno hasta la Tierra, donde, venciendo la descomunal diferencia de tamaño, dialoga con un grupo de sabios de la expedición de Maupertius, quienes pretendían determinar la medida exacta del meridiano terrestre. Con ese título tomado de una obra clásica de la ficción filosófica, Pablo Vargas Lugo (Ciudad de México, 1968) ofrece un panorama de su producción en lo que va del siglo XXI: una meditación sobre la volatilidad de nuestras representaciones, que al tiempo que juega con las bases de la experiencia se dirige a alimentar el goce de una belleza oblicua. Casi no hay obra de Vargas Lugo donde no ocurra algún juego de ilusión. Sus obras son un catálogo de sorpresas visuales y conceptuales, del cual emerge una visión o una noción inesperada o la iluminación que surge de una impredecible combinación de imaginarios e ideas.
Su trabajo es una de las producciones más enigmáticas y originales de la escena artística de la Ciudad de México en las últimas décadas. Vargas Lugo se definió por proponer objetos y proyectos específicos que plantean un desafío a la inmediatez de la percepción, las convenciones de la comunicación y las expectativas de la significación, como un cuestionamiento de la estrechez de nuestro pensamiento visual.
Vargas Lugo finca su productividad artística en explorar en el detalle el carácter provisional, relativo y dependiente de la evidencia de nuestros aparatos y sentidos; pues como Roger Caillois observó con perspicacia: “Es una cuestión de escala. Toda piedra es una montaña en potencia.” En esta falla de la representación y el lenguaje, Vargas Lugo hace anidar su imaginería, de donde surge, como un gas que escapa, una especie de prodigio.